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Mirar con ternura los orígenes, palpando la compasión infinita de Dios que se expresa al encarnarse. Escuchar el clamor de un pueblo herido por la enfermedad, en medio de grandes carencias. Compasión que siempre responde. Contemplar la figura de Claudio María Dubuis, todo disponibilidad y entrega.

Sentir la fuerza de su llamado resonando en los corazones de tres jóvenes de alma sencilla y generosa. Amor total, fuente de energía, que habría de correr como un río, fecundando a su paso la aridez de la tierra reseca.

Y pasan los años y siempre hay necesidades urgentes. Ofrenda de la vida cuando se trata de salvar a niños huérfanos entre las llamas y a enfermos desvalidos en medio de la tormenta.

En tierra mexicana les sorprende la persecución y se sortea con audacia y fidelidad a la Misión. Y surge Perú y Zambia y aquella fuente sigue refrescando todo a su paso.

Mirar con gratitud el correr de los años. Miles de rostros en los que se imprime la impronta del Verbo que se hace cercano y se inclina sobre los niños, los jóvenes, los enfermos, los pobres y desvalidos de todas clases.

Mirar la historia descifrando el paso de Dios, desentran ando su fidelidad en cada circunstancia y en cada etapa del camino.

Una historia tejida con mil historias como un telar de mil colores que van reflejando los diversos dones y también los dolores del proceso de la vida. Entregándose a ese fluir de la vida con la seguridad de que es el proceso de Dios.

Y mientras miras hacia esa historia se mezclan los sentimientos de gratitud, de admiración y de confianza, porque el que ha estado tan presente en el pasado es ahora plenitud en el presente. Resultan ya irrelevantes las sombras y penas del pasado. Lo que verdaderamente importa es la única cosa necesaria, el tesoro, la perla preciosa, su presencia aquí y ahora como en cada momento de la historia, en la hondura de tu propio interior, así como en el interior del cosmos: “Confía, Yo soy”.

El sigue dejando correr la maravilla de la vida y tu tarea es colaborar con Él. Tú eres corriente de ese río que va fecundándolo todo.

Hoy celebramos el pasado con inmensa gratitud, vivamos el presente con pasión y miremos al futuro con esperanza.

150 años

PARA REFLEXIÓN

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ORACIÓN

Señor de la vida y de la historia, Señor del llamado, de las alegrías y de los andares en tierras resecas, so lo quiero mirar que nos miras. Sentirnos contempladas por ti con los Ojos del Verbo Encarnado, nuestro Amado.

Queremos entregarnos hoy a ti como hace 150 años, somos el amor que quiere seguir amando, somos las que hemos creído en el Amor.

Nuestro corazón asumiendo las miserias de los hombres, sus pobrezas, sus dolores y enfermedades descansa en ti, porque en ti todo es amor y fidelidad.

Por S. María de Lourdes Urrutia.

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