Las experiencias en la cumbre de las montañas son poco comunes

por Mar 16, 2019Blog, Liturgia0 Comentarios

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Lectura del día: Segundo Domingo de Cuaresma

Las experiencias en la cumbre de las montañas son poco comunes y no podemos quedarnos ahí tanto tiempo como quisiéramos. La Sagrada Escritura nos comparte una visión fugaz de la realidad. Sin advertencia alguna, Jesús se transfiguró. El encuentro con la divinidad a menudo se presenta así, sin advertencia alguna. Y parece que tan pronto como tenemos un encuentro, éste termina, y debemos bajar de la montaña. Podemos compartir el deseo de Pedro de conmemorar el suceso. Parece natural construir un monumento al que podamos regresar una y otra vez. Pero esto no va a suceder. Los tres se quedaron preguntándose lo que significaba esa experiencia, y lo que podría significar lo que dice Jesús sobre resucitar de entre los muertos. Por supuesto, todo queda claro, cuando lo vieron en retrospectiva después de la crucifixión.

Esto es, para nosotros, un modelo de cómo se vive el misterio pascual. Tenemos experiencias cumbre seguidas de momentos de asombro y discernimiento. La vida cristiana no es una experiencia cumbre grandiosa que nunca termina. De hecho, estas experiencias son poco comunes, como lo fueron para los discípulos. Y la vida cristiana no solo es asombro y discernimiento, ya que el significado se desarrolla gradualmente y a la luz de los sucesos que se van desenvolviendo. Seguimos siendo fieles a Jesús y lo acompañamos en las experiencias cumbre, y también en la lucha para discernir su significado.

Evangelio

Mountaintop experiences are rarePor segunda vez en el Evangelio de Lucas la voz de Dios afirma que Jesús es Hijo de Dios. El primer momento fue en su bautismo cuando “el Espíritu Santo descendió sobre él en forma corporal”. En esa ocasión, la voz de Dios proclamó: “Tú eres mi Hijo muy amado en quien me complazco”. En el Río Jordán la voz que bajó del cielo le habló directamente a Jesús, pero en la montaña donde Jesús fue a orar con sus compañeros más cercanos, la voz se dirige a quienes están con Jesús, Pedro, Santiago y Juan, y les dice: “Este es mi Hijo elegido; escúchenlo”. Estas palabras se dirigen a nosotros cuando encontramos a nuestro Señor en la Palabra y en la Eucaristía: “Miren, aquí está Jesús, el Elegido, escúchenlo”.    

Primera Lectura

En las lecturas de hoy vemos la imagen de las tinieblas como el lugar donde se revela la Gloria resplandeciente de Dios. En el Génesis, después de la puesta de sol cuando ya estaba oscuro, la olla de fuego de la que brotaba humo y la antorcha encendida representaban a Dios que hizo una alianza con Abraham. Al igual que Moisés, estamos llamados a entrar a los lugares de tinieblas de nuestro corazón humano para permitir que la luz de Cristo brille en ellos. La temporada de Cuaresma tiene el propósito de poner a la luz estos lugares oscuros y fortalecer la gracia que el Espíritu ya ha derramado en nuestros corazones.

Segunda Lectura

En la carta de Pablo a los filipenses escuchamos la promesa de lo que ha de venir. En la montaña, Pedro, Santiago y Juan ven la “gloria” de Jesús, cuando cambió su apariencia. Como cristianos, nuestra meta final es ser como Cristo, reflejar la gloria resplandeciente de Cristo en todas nuestras interacciones para así honrar a Dios.

Preguntas para Reflexionar

· ¿Cuándo nos vemos confrontados tanto por el Cristo de la transfiguración como por el Cristo de la crucifixión?

· ¿Qué ha sido lo más difícil que Dios te ha pedido? ¿Y cómo fue premiada tu confianza?

·  ¿Qué has aprendido de tu propia experiencia del sufrimiento, la angustia y el dolor que tuvieron un efecto profundo y duradero en tu vida? 

Por Sister Mary Henry.


Fotografía: High Contrast [CC BY 3.0 de (https://creativecommons.org/licenses/by/3.0/de/deed.en)]

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