Mes de Recordación

por Nov 1, 2019Blog, Reflexiones0 Comentarios

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Durante este mes de noviembre, especialmente en las fiestas de Todos los Santos y de las Almas Santas, recordamos a nuestros fieles difuntos. Las formas de celebrar a los difuntos varían tanto como nuestras culturas. Sin embargo, celebramos, con un propósito: para traer a la mente, para recordar, para devolver a la vida a quienes amamos y se han apartado físicamente de nosotros a través de la muerte, pero continúan con nosotros en la memoria.

Para nosotros como Congregación, nuestras celebraciones cobran un significado especial durante nuestro Año de Jubileo. Naturalmente vienen a la mente nuestras amadas fundadoras, Madeleine y Pierre, y nuestro amado Claudio. ¿Quién puede imaginar el dolor de la separación que sintieron los que los conocieron y amaron, cuando pasaron de esta vida a la siguiente? Los pequeños artefactos, las cartas y anécdotas no pueden contar toda la historia de sus vidas. Tanto queda sin decir; tan poco, en realidad, se conoce. 

Las palabras del propio Obispo Dubuis dan una idea de su vida diaria:

“Ahora estoy en el mejor estado de salud, pero durante dos meses he estado entre la vida y la muerte, tres de los mejores médicos en San Antonio me han perdido la esperanza. Me hubiera gustado visitarlos durante mi recuperación, pero no tenía un sacerdote que me relevara y no podía, con buena conciencia, dejar a 8,000 católicos sin sacerdote. Varios habrían fallecido sin los Sacramentos. Ustedes pueden juzgar el tipo de trabajo apostólico que realizo con esta sola historia: cada año bautizo de quinientos a seiscientos niños; atiendo de trescientas o cuatrocientas bodas y ayudo a enterrar de doscientas a trescientas personas. Luego tengo que ministrar en alemán, inglés y español. Sólo tenemos cerca de cien familias francesas. (Claudio Dubuis en una carta a sus padres encontrada en Treasured Tidbits, Hermana Nadine Luebbert.)

Esta breve viñeta de Promises to Keep (Slattery, Volumen 1) cuenta algo de la personalidad de la Madre Madeleine. La Reverenda Madre Angelique recibió noticias de que las primeras Hermanas en Galveston habían vuelto a usar la cornette con la que estaban familiarizadas. Madeleine recibió la responsabilidad de alinear a las Hermanas:

“La Hermana Madeleine se convirtió en la vocera de las novicias recién llegadas y, a través de su inquebrantable insistencia en que se siguieran las directrices de la Reverenda Madre Angelique, finalmente convenció a las demás de que debían volver a usar el velo y adoptar el hábito que les había sido entregado por las Hermanas en Francia. Las acciones de la Hermana Madeleine demostraron claramente al Obispo Dubuis su firme determinación para defender sus creencias, así como su estricta obediencia a las superioras religiosas en Lyon. Esta precisión lo llevó a nombrarla la primera superiora de la fundación en San Antonio.” (Promises to Keep, página 22)

Sabemos tanto acerca de la Madre St. Pierre, especialmente de sus muchas, muchas cartas que revelan tanto de su personalidad. De los anales de la Congregación sabemos:

“[Madre St. Pierre] se describe como una ‘persona notablemente agradable y amigable’ y también como ‘una madre en el verdadero sentido de la palabra’. Al escribir a las hermanas, a veces se refiere a sí misma como ‘tu vieja madre’, ‘tu vieja má’ o ‘Gran Mamá’, un título cariñoso que le otorgó inicialmente la Hermana Mary Gabriel Wheelahan y era utilizado con frecuencia por sus niños en el Orfanatorio de St. Joseph, refiriéndose gentilmente a su estatura física y también a su bondadosa naturaleza maternal.”

“Las dos fundadoras de la comunidad de San Antonio, Madeleine y Pierre, parecían ser exactamente opuestas, pero se complementaban mutuamente. Madeleine era pequeña de estatura; Pierre era robusta. Madeleine era callada, tímida, retraída e, inicialmente, insegura de su capacidad de guiar a otros. Pierre, por el contrario, era gregaria, disfrutaba cantar y bailar y era valiente al emprender nuevas aventuras.”

Una vez, cuando el Obispo Dubuis propuso que la Madre St. Pierre regresara a Galveston, Madeleine respondió, “¡No, no! Si se la lleva, ¡también me iré! Somos distintas, pero no podemos vivir separadas. Debemos trabajar juntas. “El espíritu de ambas fundadoras, una de observancia seria y estricta a las reglas y la otra de simplicidad alegre, perduraría en el futuro de la Congregación.”

Citas de Promises to Keep, Volúmen 1

Sr. Margaret Patrice Slattery

Preguntas para reflexionar

¿Estas memorias de nuestros fundadores fortalecen tu voluntad para servir? ¿Aún pueden ser ejemplo para ti, para nosotras, conforme avanzamos hacia lo siguiente?

¿Reflexionar sobre nuestra herencia nos da la valentía para entregar nuestro legado? ¿A quién se lo entregamos?

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