Nos quisieron enterrar pero no sabían que éramos semillas

por Dic 6, 2022Blog, Grupo de Trabajo de Inmigración0 Comentarios

El Salvador- un país donde las heridas del pasado parecen aún no haber sanado y donde aún prevalecen en la memoria y la cotidianidad recuerdos y miedos de décadas pasadas (acoso a defensores y activistas, criminalización de la juventud, la militarización de la seguridad pública, la imposición del desarrollo capitalista, la privatización y la explotación de recursos como la única manera de “salir adelante”) Conocer el trabajo y legado de la Iglesia Católica en el país fue energizante.

Pero, ¿cómo llegó la Red por Migrantes, Inmigrantes y Refugiados CCVI (MIRN por sus siglas en inglés) a San Salvador? La Fundación SHARE es una organización sin fines de lucro que acompaña solidariamente a comunidades en El Salvador y Honduras, buscando generar lazos de cooperación entre la diáspora en Estados Unidos y quienes permanecen en los países de origen en temas de sustentabilidad, justicia y derechos humanos. Anualmente organizan delegaciones donde personas de México y Estados Unidos pueden visitar El Salvador y conocer las organizaciones locales y comunidades con las que trabaja la Fundación. Este año, el tema de la delegación fue celebrar la memoria de las hermanas Maryknoll Maura Clarke e Ida Ford, la hermana Ursulina Dorothy Kazel y la misionera laica Jean Donovan y el trabajo que tuvieron en La Libertad y Chalatenango, así como hablar con familiares de las víctimas de la represión militar y la violencia de 1980 y el presente. Desde MIRN vimos una valiosa oportunidad de continuar aprendiendo sobre las causas raíz de la migración, los esfuerzos de los locales por alcanzar la justicia social y seguir tejiendo redes con actores y hermanas involucradas en la atención, protección e integración de personas migrantes, solicitantes de asilo y refugiadas.

Si bien el gobierno actual salvadoreño se ha esforzado en dibujar una imagen de un país perfecto, moderno y desarrollado, la sociedad civil organizada y la Iglesia no olvidan y se mantienen alertas. Ante un régimen de excepción que se ha extendido por más de 9 meses y que condiciona las garantías individuales de los sectores más vulnerables de la población, y ante el temor de la persecución -directa y digital-, cientos de personas arriesgan su vida y libertad por mantener vivas las palabras de San Romero:

“La Iglesia, defensora de los derechos de Dios, de la ley de Dios, de la dignidad humana, de la persona, no puede quedarse callada ante tanta abominación. Queremos que el gobierno tome en serio que de nada sirven las reformas si van teñidas con tanta sangre. En nombre de Dios, pues, y en nombre de este sufrido pueblo cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en el nombre de Dios: ¡cese la represión!” (Homilia en Catedral- 23 de marzo de1980).

Maura, Ita, Jean y Dorothy fueron mujeres comprometidas con el pueblo salvadoreño, en especial con la comunidad de Chalatenango y La Libertad. Llamadas por Monseñor Romero, ellas llegaron para abogar por los que habían sido detenidos injustamente, enseñar a leer y escribir a los niños y niñas de la comunidad y para acompañar a las mujeres salvadoreñas en su día a día. Eran conscientes del peligro que se avecinaba, cada vez más cerca de la pequeña comunidad donde estaban asentadas, pero su amor y entrega por el pueblo salvadoreño era más grande que el miedo. Fueron interceptadas por agentes de un escuadrón de la muerte salvadoreño, torturadas, asesinadas y enterradas al lado de una carretera.

“Varias veces he decidido irme de El Salvador. Casi podría excepto por los niños, las pobres víctimas de esta locura. ¿Quién cuidaría de ellos? ¿Qué corazón sería tan firme como para favorecer lo razonable en un mar de lágrimas e impotencia? No mío, querido amigo, no mío», (carta de Jean Donovan a un amigo)

Se estima que el conflicto civil, que inició en 1980 y concluyó en 1992, tuvo un saldo de alrededor de 75,000 muertes.

Entonces, ¿por qué conocer El Salvador puede considerarse una experiencia energizante? Porque el mensaje de justicia social, dignidad humana y paz de las cuatro mujeres y del Monseñor Romero sigue vivo. Una de las iniciativas que queremos compartirles, que nos llena de esperanza y admiración, es la de las mujeres de Chalatenango. Bajo la mentoría de la Fundación Share, ProVida y de CCR (una organización comunitaria), las mujeres se han convertido en productoras, emprendedoras y líderes comunitarias.

Son mujeres preocupadas por la salud de sus familias, el cuidado de la tierra y la soberanía alimentaria de sus comunidades, manteniendo viva la historia y tradiciones de sus comunidades a través del cuidado y la siembre de semillas nativas y criollas, en particular rescatando el maíz nativo. Mujeres que reconocen la importancia de la tierra y de trabajar en alternativas de desarrollo ante el modelo de explotación y extractivismo impulsado por el gobierno. Mujeres que se han transformado en líderes comunitarias, velando por la salud y el bienestar de sus vecinos y vecinas y construyendo una red comunitaria que busca hacerle frente al régimen de excepción.

Mujeres de la comunidad San Antonio Los Ranchos comparten cómo logran sembrar y cosechar gran parte de los alimentos que consume su familia y comunidad

Mujeres que, a pesar de los años, aún hablan con cariño de Jean, Dorothy, Ita y Maura, quienes reconocieron lo divino en cada uno de los habitantes de la comunidad y entregaron su vida defendiendo su compromiso con las víctimas del régimen militar.

Pero el maíz no es lo único que ha florecido en la región. La memoria de Monseñor Romero y de las hermanas Maryknoll Maura e Ida, la hermana Ursulina Dorothy y la misionera laica Jean, siguen presentes en el espíritu de la comunidad. El gobierno salvadoreño pensó que con enterrar a estas valientes mujeres atemorizarían y callarían a aquellos que se le oponían… nunca consideraron que las cuatro mujeres se transformarían en semillas, mismas que florecieron e inspiraron a toda una comunidad a sobrevivir y resistir.

La memoria de San Romero y de Ita, Maura, Dorothy y Jean nos llama a comprometernos con las personas en contextos de vulnerabilidad, a mostrar compasión y solidaridad con quienes huyen y son víctimas de violaciones de derechos humanos y a entregarnos a la construcción de un mundo donde los derechos y la dignidad humana se anteponga a los intereses políticos y a las fronteras.

Para conocer más sobre el trabajo de la Fundación Share y cómo apoyar: http://www.share-elsalvador.org/


En el ecnavezado, Delgación “Rosas en Diciembre” 2023.

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