El domingo 13 de octubre, celebramos en Casa San Ángel, el cumpleaños de Sor María de Lourdes Nava, fraternalmente y bien ganado, muchas de las Hermanas y Asociadas, la nombramos «mother«, «mothercita«.
Durante la Eucaristía se conjugaron en abundancia mensajes constructivos: la liturgia de la Palabra en sí (Luc.17, 11-19)., centrándonos en el agradecimiento y la indiferencia; las palabras de Sor Mari Cruz Iñiguez; la homilía.
Voy por partes:
Parafraseando algunos mensajes de Mari Cruz y el P. Alejandro Maldonado.
Mari Cruz describió a «mother» como mujer inteligente, luchadora; sólida en principios cristianos y humanos, formadora, compañera de camino, sensible a las necesidades de quienes la rodean, servicial, mujer de oración y de fe, promotora de vida comunitaria, promotora en todo sentido de vida que se ha confiado al Dios Padre-Madre, Dios de la vida...
Paso a un rasgo de la homilía: la necesidad que tenemos como creyentes, de creer en Jesucristo, Verbo Encarnado, nuestro Maestro y Mesías. Nuestra vida está centrada en Él, es nuestra razón de ser y estar. Regreso a los leprosos sanados, solo el que era «samaritano» regresó a postrarse ante Jesús, alabándolo y agradeciéndole cuanto había hecho por él; los otros nueve, judíos, no regresan, a dar las gracias, ni a alabar a Jesús, parece ser les importa «cumplir la ley».
Mi reflexión: que en nuestro Jubileo crezca, aumente, se implore el don de la Fe y del Amor. Que el cumplimiento de ciertas normas, a veces sutiles, no nos descentran de lo que es fundamental, esencial, el amor incondicional a nuestro Dios en Jesucristo, a los, a las demás.
Ven con nosotras/os al caminar, Santa María ven…
Todas, todos, los integrantes de la familia del Verbo Encarnado vibrando en el sostenido «Kairos» de Dios a nuestra humanidad le demos gracias, «porque su amor y misericordia» son eternos.
«Una vida para Dios, un corazón para los demás«
MGMF.
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