El Llamado del Señor

por Sep 27, 2019Blog, Nuestras historias, Reflexiones0 Comentarios

UN COMPROMISO NOS LLEVA A OTRO

Soy Hermana de la Caridad del Verbo Encarnado de San Antonio. En 2016, me uní a mi Congregación para seguir el llamado que sentí de ser una Hermana. Todas las experiencias de mi vida profundizaron mi compromiso con Dios y me permitieron dedicarme totalmente al servicio del Verbo Encarnado.

Crecí en una familia de cinco en Irlanda, un país que experimentó la opresión de Inglaterra durante muchos años. Mis padres tenían una fe muy profunda. En la escuela, las Hermanas de la Misericordia se enfocaron en la persona de Jesús y los valores centrales del Reino de Dios. Más tarde en mis veintes, sentí que me quemaba la indignación por la segregación social en Sudáfrica, así como por el trato injusto del ejército a los salvadoreños.

Mi primer contacto con las Hermanas de la Caridad del Verbo Encarnado fue a fines de los años ochenta cuando me convertí en Misionera laica del Verbo Encarnado. Me sentí atraída por el programa porque me invitó a vivir de manera simple y a comprometerme con una forma concreta de crear una sociedad más justa a través del servicio y caminar en solidaridad con las personas pobres. Consecuentemente, tuve la oportunidad de servir en varios sitios en México y Estados Unidos, enseñando y haciendo trabajo pastoral.

Mis 29 años como misionera laica resonaron con la misión de la Congregación. Viví y trabajé con muchas Hermanas del Verbo Encarnado increíbles, cuyo compromiso y dedicación me inspiraron. La espiritualidad encarnacional era palpable en el acompañamiento de las personas. Con el tiempo, a través de la oración y el discernimiento, sentí el llamado a convertirme en Hermana. Como resultado, pasé 3 años en formación asumiendo más la mente y el corazón del Verbo Encarnado en la tradición de nuestro carisma.

Celebré mi primera profesión de votos el 24 de agosto de 2019 en la Capilla del Verbo Encarnado, San Antonio, y me comprometí, a través del poder del Espíritu, a ser la presencia del Verbo Encarnado en el mundo. Experimento la vida religiosa como arraigada en Cristo y en la comunidad eclesial. Como Hermanas del Verbo Encarnado, nos basamos en la contemplación, mientras vivimos en comunidad, y desde allí vivimos la misión de Cristo en el mundo.

Por Sor Miriam Bannon, CCVI.

 

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