Cuando se consigue una relación de armonía entre las personas, donde la convivencia es gratificante y las diferencias en criterio se resuelven de una manera amable, sin provocar enfrentamientos o conflictos, estamos en paz.
Esta profunda y grata sensación proviene de Dios mismo, quien nos ha dado las capacidades para privilegiar el diálogo y la comprensión. Sin embargo, alcanzar este estado implica tener la apertura y disposición para entender a los demás, luchando contra el egoísmo que nos lleva a contemplar las cosas a la luz de nuestros propios beneficios.
A nivel mundial, los gobernantes enfrentan este mismo desafío. Centrados en sí mismos o en los intereses de sus naciones, pueden llegar a creer que sus conflictos no pueden resolverse por el camino de la razón, el derecho o la justicia.
Desafortunadamente, hemos visto ya el dolor de la guerra, el sufrimiento de ancianos y niños que han sido maltratados, las miradas sin luz de migrantes y mujeres abusadas…
No podemos permanecer indiferentes. Pongámonos en marcha con la ayuda de Dios y nuestra buena voluntad, participando con esperanza en la Jornada Mundial de Oración por la Paz este día primero de enero.
Roguemos al Señor para que cesen las guerras, el terror y la violencia. Sumemos nuestras plegarias a las de nuestros hermanos que –a costa de su propia seguridad y bienestar- no se cansan de buscar y promover caminos de encuentro y reconciliación en diversas regiones de la tierra.
Comprometámonos, además, a ser personas que aparten de su vida la violencia desde el ámbito doméstico. La oración y la cooperación nos ayudarán a buscar una paz verdadera; esa que se logra al enfrentar las dificultades con el corazón abierto y las manos dispuestas a “ensuciarse” para buscar el bien común. Ofrecer una palabra de aliento, dar una mano, compartir una sonrisa o ayudar al vecino son mucho más que simples gestos de amabilidad, son actos cotidianos que tienen el poder de romper los círculos del egoísmo, la injusticia y la violencia.
Pidamos con humildad al Señor para que llene de paz y armonía los corazones de todas sus criaturas y nos ayude a construir un mundo más justo y próspero para todos.
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