Una comunidad saludable

por Dic 31, 2020Blog, Reflexiones0 Comentarios

Por: Hermana Christi Sanchez, CCVI

Hay un hambre en mi corazón que continuamente anhela la conexión, la relación y el compromiso intencional. Al mismo tiempo, valoro una comunidad que se compromete con los marginados, buscando justicia, sencillez, oración y pacificación. Por lo tanto, cuando me preguntan qué me resuena acerca de una comunidad saludable, creo que se trata de la valentía de ser auténticos. Se trata de tener compasión por los demás, ser honesto y caritativo.

El mejor ejemplo que Jesús nos dio para vivir en comunidad fue cuando estuvo entre sus discípulos. Recibieron sabiduría, apoyo, compartieron historias y eran amados por Jesús. Al vivir en comunidad, deberíamos estar experimentando el mismo tipo de vida llena del Espíritu que Jesús mostró a sus discípulos. Cómo vivimos nuestras vidas juntos escribe una narrativa para el mundo, ya que el ejemplo que da Jesús, cuando se practica bien, invita a todos sus seguidores a vivir en unión y caridad.

Tener la valentía de ser auténticos en una comunidad significa respetarse a sí mismo y a los demás. Practicar el respeto te ayuda a ser quien eres y no quien deseas aparentar. Cuando estás siendo auténtico, entonces otros miembros de la comunidad ofrecerán respeto a cambio. Otra manera de ser auténtico es a través de la comunicación. Cuando hablas, es importante que creas lo que dices y digas lo que crees. Al comunicarse, es crucial que los miembros de la comunidad puedan expresar claramente sus necesidades y expectativas mutuas. Cuando surgen problemas de comunicación, los miembros de la comunidad pueden perdonarse uno al otro y volver a intentar. La honestidad es esencial en comunidad. Cuando somos honestos, podemos respetarnos a nosotros mismos y los demás nos respetarán.   

Vivir en una comunidad saludable requiere asumir la responsabilidad por nuestras propias acciones. No debes culpar ni negar tus acciones. Cuando te haces responsable de tus acciones, entonces serás tratado con respeto en la comunidad.  

Durante este tiempo de pandemia, he descubierto que necesito tener compasión por mis Hermanas. Como miembros de una comunidad religiosa, todas disfrutamos estar activas y servir a los demás. Soy una de las miembros más jóvenes en comunidad y una gran parte de mi servicio y ministerio sucede fuera de la casa. Me he hecho consciente de que debo ser extremadamente precavida en mis interacciones diarias para no traer el virus a la casa. 

Otra práctica en comunidad es la mutualidad. Dónde fuiste educada, cuáles títulos has obtenido, cultura, raza o edad no deben ser importantes porque todas estamos en el mismo campo de juego. En otras palabras, todas tenemos las mismas responsabilidades para participar en la vida de la comunidad; todas necesitamos trabajar juntas. Ninguna está exenta. Debemos celebrar nuestra diversidad, en vez de permitir que ocasione una lucha de poder. 

Cuando acogemos e integramos estas características, somos más capaces de realizar nuestro carisma y vivir plenamente nuestros votos de pobreza, castidad y obediencia. 

Todo esto me da esperanza. Al final, como miembros de la comunidad, necesitamos respetarnos a nosotras mismas y a las demás. Estas son algunas de las diversas maneras en que podemos ayudarnos y respetarnos mutuamente al vivir juntas en comunidades interculturales e intergeneracionales. 

 


En el encabezado, fotografía de Sharon McCutcheon en Unsplash.

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