Agradecimiento, Luto y Esperanza: Despedida CCVI de Cardiología

por Nov 25, 2019Blog, Salud0 Comentarios

Dice el libro de Eclesiastés, que hay un tiempo para cada cosa, y hoy es un tiempo de cambio, por eso estamos aquí.  Primero, saludo con un profundo agradecimiento en nombre de todas mis Hermanas a las autoridades del Instituto Nacional de Cardiología, y, en especial, saludo al personal del Instituto Nacional de Cardiología que trabajan con Amor y Ciencia al Servicio del Corazón.  Gracias por acompañar este momento.  Gracias por acompañar a Sor Ema, Sor Cristina, Sor Luz del Carmen y Sor María Elena- quienes tendrán el difícil honor de ser las últimas Hermanas de nuestra Congregación en el Instituto. 

Es una “Diosidencia”, que celebramos en el mismo año el Sesquicentenario de nuestra Congregación y el 75 aniversario del Instituto.

Sin embargo, Hoy las Hermanas de la Caridad del Verbo Encarnado estamos de luto. 

¿Cómo ponerle palabras a este momento?   ¡Cómo me ha costado encontrarlas!

Hay recuerdos, momentos, nombres, anécdotas…  hay nombres en la rotonda de las y los mexicanos ilustres por la contribución de nuestras Hermanas a la medicina.  Hay tanto que, aun siendo religiosas, reconocemos nos llena de orgullo, del bueno.  Junto con el Instituto Nacional de Cardiología, a un lado del Dr. Ignacio Chávez, nuestras Hermanas están en los anales de la medicina mexicana.  Logros que celebramos por lo que significan, logros que colman el alma de agradecimiento por la colaboración, las personas, las oportunidades.  Logros que nos entristece dejar atrás.  Logros que agudizan el duelo, que nos visten de luto.

Pero también hay tanto, hay tanto, que muy pocos sabemos, esos momentos que solo conoce el o la paciente y su enfermera: ese consuelo auxiliador en una noche alargada por el dolor y desconcierto, esa visita sencilla después de horas de soledad ansiosa, esa sonrisa amable antes de entrar al quirófano.  Este recinto está lleno de momentos que no tendrán palabras nunca, que poco a poco oxigenaron una cultura de dignidad, de respeto, de calidad.  El Instituto Nacional de Cardiología es la suma de esos pequeños momentos de entrega, dedicación, y servicio.  Son estos los momentos que más distinguieron a nuestras Hermanas y que dejarán una huella mucha más profunda que los nombres en edificios, los premios nacionales, o los bronces dedicados, porque son momentos que se quedarán impregnados en el alma del Instituto. 

Pero las Hermanas somos mujeres de fe y sabemos que este tiempo de gracia, de servicio, de entrega no termina, seguirá dando fruto.  Las Hermanas le creemos a Jesucristo, quien nos pregunta hoy una vez más “crees tú, que yo soy la Resurrección.”  Así, tristes, con el corazón en duelo, todas mis Hermanas sonreirán con la chispa de Sor Mary Suarez, o de Sor María del Roble, o Sor Martha Elena, “Sí, Señor, yo creo.” Por eso, hoy también es un día de esperanza, porque todas las Hermanas de la Caridad del Verbo Encarnado cuyo amor estuvo al servicio de la humanidad en el Instituto, sembraron y sembraron semillas de esperanza; en pacientes, doctores, doctoras, administradores, enfermeros y enfermeras, personal docente y manual, en guardias de seguridad y tantas otras personas.  Tan es así que el Dr. Gaspar no sólo insistió que nos quedáramos, pidió que organizáramos una propuesta de colaboración intercongregacional para el instituto. Sin duda, una de las semillas, porque la Federación de Enfermeras Religiosas de México se gestó con Hermanas del Verbo Encarnado que colaboraron en el Instituto – y con otras religiosas buscaremos una nueva formad de colaborar.

Nuestras Hermanas en el Instituto Nacional de Cardiología sembraron semillas que no sabremos dónde darán fruto. Estamos aquí porque aquí tenemos una anécdota que contar, todos y todas tenemos una deuda con alguna de ellas.  Ahora nos toca pasar esta chispa a la siguiente generación, ahora custodiamos el alma del Instituto en su nombre. 

La misión no termina, solo se transforma, ahora es su responsabilidad.  La memoria de la colaboración del Dr. Ignacio Chávez y las Hermanas de la Caridad del Verbo Encarnado no es historia, es obligación al futuro. 

Hoy tendrá sentido esta transición únicamente en el esfuerzo diario de todo el personal del Instituto que estoy segura se enorgullece del alma que lo ha distinguido y que seguirá dando vida y esperanza a muchos mexicanos y mexicanas en los años que vienen.   

Gracias a todos y a todas por la integridad, dedicación, y honestidad, con la que mantendrán la llama viva, porque ¡cuando hay sentido, hay futuro!

Hay un tiempo para cada cosa, es tiempo de cambio.

Siempre serán parte de la familia del Verbo Encarnado. Gracias.

Click aquí para leer las palabras de la Mtra. Sandra Sonalí Olvera Arreola, Directora de Enfermería, durante el Homenaje Despedida a Hermanas de la Congregación en el Instituto Nacional de Cardiología.

 

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *