Vísperas de la Asunción de María

por Jul 25, 2019Blog, Liturgia0 Comentarios

Recuperando el sí entregado cada 15 de agosto, en 150 años.

Enlace de descarga: Vísperas de la Asunción de María

Canto inicial

(Escuchado en grabación, a modo de contemplación.)

“Es tiempo, te entrego mi Sí”
Schoenstatt https://youtu.be/3c0CQm1P7zA

Hoy es tiempo de empezar a construir un mundo,
un mundo de amor, un mundo lleno de paz,
Hoy me quiero levantar con la confianza puesta en ti,
con el anhelo de lograr llevarte a cada corazón,

Quiero entregar mi servir, quiero ser fiel a tu misión.
Hoy es tiempo de empezar a transformar el corazón.
Hoy se que lo entregare por entero a tu misión.
Hoy me decidí : te entrego mi Sí…

Es difícil creer que me aceptes tal como soy
y es ahí cuando logro entender lo maravilloso de tu amor.
Padre, vamos juntos, Madre se mi guía. Cristo, dame fuerza,
Espíritu de Dios, enciende el corazón.

Hoy es tiempo de empezar a transformar el corazón,

Hoy me quiero entregar por entero a tu misión.
Hoy me decidí, te entrego mi sí.
Hoy me decidí, mi vida la entrego por ti.

Momento de silencio.

Salmo: Al viento de tu Espíritu, con María.

(a dos coros)

Antífona: ¡Vayamos con María ante el Señor!

Al viento del Espíritu que animó y ordenó desde el inicio
la creación toda, e infundió aliento de vida a todos los seres,
nos colocamos, Señor.

Al viento de tu Espíritu que guió a tus profetas y mensajeros,
y a todo tu pueblo, por los ambiguos caminos de la historia,
nos aventuramos, Señor.

Al viento de tu Espíritu, que penetró y remansó en el corazón
y vientre de María en Nazaret, haciéndola portadora de vida y esperanza,
Vivimos, Señor.

Al viento de tu Espíritu que se apoderó de Jesús
y lo llenó de fuerza y de ternura para anunciar la Buena Nueva a los pobres,
nos apostamos, Señor.

Al viento de tu Espíritu que se llevó en Pentecostés los prejuicios y los miedos,
y abrió de par en par las puertas del cenáculo,
para que toda la comunidad cristiana fuera siempre sensible al mundo,
libre en su palabra, coherente en su testimonio, e invencible en su esperanza,
nos abrimos, Señor.

Al viento de tu Espíritu, que se lleva hoy, los nuevos miedos de la Iglesia,
Que critica en ella todo poder que no sea servicio
Y la purifica con la pobreza y el martirio,
Nos reunimos, Señor…

Al viento de tu Espíritu, que sopla donde quiere, libre y liberador,

Vencedor de la ley, del pecado y de la muerte,
Y es alma y aliento de tu Reino,
Obedecemos, Señor.

Gloria demos al Padre, por su Hijo, en el Espíritu de Amor.
Que sea como antes, ahora y sea siempre. Amén.

Antífona: ¡Vayamos con María ante el Señor!

Lectura

–¿QUÉ PUEDE DECIR LA ASUNCIÓN AL CREYENTE DE HOY? (Teóloga Cettina Militello. Roma, 1° Noviembre, 2000)

–En el contexto de transición cultural en el que vivimos, como personas contemporáneas que cada vez más nos enfrentamos a la búsqueda de sentido, el tema a subrayar es el de la corporeidad: este dogma dice que el cuerpo de María, cuerpo de mujer, es exaltado. Es un hecho que para nosotros es paradójico: justamente el cuerpo femenino, en nuestra cultura, ha sido durante mucho tiempo el emblema del desprecio. María, en cambio, exaltada en su Asunción, revoluciona esta idea: nuestra corporeidad, por muy enferma que esté, está llamada a la transfiguración en el diseño de Dios.

–María muestra, por tanto, lo que nos espera…
–Sí . Pero dice también algo sobre nuestra condición de hoy, sobre este cuerpo nuestro, lugar de la relación con el otro y con la creación. En el fondo de la Asunción estña el misterio de la Encarnación que hay que tomarlo en serio: si Cristo se ha hecho carne, tampoco la dimensión corpórea es ya la de antes. El resucitado nos ha sumergido ya en la nueva realidad, nos lleva a interpretar el espacio y el tiempo en manera diversa. Lo que en María se ha cumplido ya en plenitud, también nosotros estamos llamados a experimentarlo en forma sacramental en la relación con nuestro cuerpo.

–Pero, ¿qué tiene que decir el cuerpo de María elevado a los cielos sobre nuestro destino último?

–Es para nosotros horizonte, meta, signo de esperanza. María nos muestra la plenitud de la carne: la salvación no es una dimensión desencarnada. Las imágenes de las que se sirve la Escritura, los bienes que se nos han prometido, lo dicen claramente. Imágenes como las del Apocalipsis: la esposa, el banquete… nos hacen intuir en forma simbólica la verdadera plenitud…

Para concluir, el Papa [Francisco] aseguró que «ante las profanaciones y el envilecimiento al que la sociedad moderna somete a menudo al cuerpo, especialmente al femenino, el misterio de la Asunción proclama el destino sobrenatural y la dignidad de todo cuerpo humano».

Momento de silencio.

Para que nuestro Jubileo sesquicentenario sea significativo para el mundo en el que se ha encarnado el Verbo; expresemos a Dios nuestras súplicas para confiarle las necesidades que hemos visto y hemos hecho nuestras en tantas reuniones:

Respondemos: En la Asunción de Marí a, escúchanos, Señor.

Te pedimos Abbá – Immá, (Dios Padre-Madre) nos des oído atento y mano solícita ante la Palabra hecha hoy grito de dolor y esperanza en nuestros hermanos migrantes.

Jesús, que los retos que nos fortalecieron y nos mantienen humildes a través de los años de expansión o declive; en fidelidad a ti, sigan transformándonos y nos lleven a continuar tu encarnación en el mundo de hoy.

Verbo Encarnado, ilumina nuestras mentes y fortalece nuestra voluntad para que sepamos ayudar a las víctimas de la trata y tráfico de personas; toca y convierte los corazones de quienes están involucrados en esta cruel actividad.

Te pedimos Dios de Amor y misericordia que cada miembro de la Congregación: Hermanas, Asociados (as), misioneros (as), y colaboradores, continuemos invitándonos mutuamente a vivir con pasión la Misión y Carisma que da significado e identidad a nuestra consagración y a nuestras personas.

Que vivamos Dios bueno, en solidaridad con las personas más vulnerables y con toda la creación, haciendo más y más la unidad, inclusión e integración en ti, fuente de paz, justicia, verdad y amor. Y que este rasgo sea una invitación vocacional a quienes buscan seguirte de cerca.

Todo esto, te lo pedimos, te damos gracias y te alabamos, Verbo Encarnado, por María que nos ha reunido hoy a celebrar el regalo de su Asunción, recuperando y llevando a plenitud la dignidad de toda mujer, de todo varoó y de toda la creación, unida a tu Resurrección, para vivir contigo, con el Padre, en su Espíritu de Amor. Amén.

Antífona del Magnificat: Porque Dios ha mirado la humillación de su pueblo, me llamarán feliz.

Canto: Magnificat.

( Y al final repetimos la antífona)

Oración final

Dios bueno que nos creaste y a ti volvemos por el camino de la Encarnación de tu Verbo, te agradecemos permitirnos celebrar juntas la Asunción de María, con la esperanza de la recuperación de la dignidad de la mujer, te pedimos osadía para asumirlo como parte de nuestra misión y humildad para aceptar nuestra pequeñez en nuestro año jubilar. Por Jesucristo, Verbo Encarnado. Amén.

Preparado por S. Tere Fernández.

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