En este día le pedimos perdón a Dios. Le pedimos ayuda. Nosotros suplicamos por el cambio. Lo más importante aún, le pedimos que les de fuerza a todos los niños alrededor del mundo que son «trabajadores infantiles». Pero si no estás familiarizado con el tema y tuvieras que preguntarte ¿qué es la explotación infantil? ¿cómo responderías?

¿Dirías que la explotación infantil es algo muy serio, sin embargo sólo se ve en otros lugares alrededor del mundo? ¿Sabrías clasificar las diferentes formas en que se comete la explotación infantil? ¿O por lo menos es suficiente aprender sobre ello? Lo pregunto porque como alguien que sabía muy poco (sólo la definición básica de lo que es la explotación infantil) y como se acercaba el Día Mundial contra la Explotación Infantil, sentí la necesidad de educarme un poco más sobre el tema.

Para comprender realmente la gravedad de este problema, busqué números para ponerlo en perspectiva. Según estimaciones mundiales basadas en datos de la UNICEF, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y el Banco Mundial, 168 millones de niños de entre cinco y 17 años están involucrados en la explotación infantil. Pero, ¿cómo se clasifica esto exactamente? La «explotación infantil» no necesariamente significa que cada niño está trabajando involuntariamente durante muchas horas agotadoras empacando o recolectando productos en alguna fábrica o campo que pertenezca a alguna gran corporación; hay muchos otros que están involucrados en diferentes formas incluyendo y/o relacionadas con el reclutamiento militar infantil, la explotación sexual, el tráfico de drogas, el trabajo forzoso y la explotación laboral. Esto significa que 168 millones de nuestros niños viven para servir propósitos crueles e inhumanos. 168 millones.

El número es abrumadoramente alto. ¿Cómo puede alguien asumir un tema tan grande por sí mismo y pensar que habrá un cambio significativo? Sin embargo, el cambio en nosotros mismos es bastante significativo. A través de nosotros mismos, con la ayuda de Dios, podemos comenzar a reducir la explotación infantil incluso en lo más mínimo. Educándonos en lo que compramos sería una buena forma de empezar. Afrontar las otras formas sólo vendría después de encontrar el inmenso placer de comenzar incluso donde empieza la forma de cambio más pequeña.

Tenemos tanto acceso a la información en este momento que nos hace más fácil detectar si nuestras propias empresas son responsables de a quiénes emplean. Toda empresa, General Electric (GE), Procter & Gamble (P&G), Apple, etc. que nos suministra productos que compramos tiene su propia responsabilidad social corporativa (RSC) que va más allá de las regulaciones ambientales y responde al bienestar de todos sus afiliados. Cada empresa tiene (si no, debería tener) una sección especial en su sitio web que concierne a su RSC y de la misma manera a través de su página web y plataformas de redes sociales podemos seguir solicitando la responsabilidad corporativa y la transparencia para comenzar a hacer ese ligero cambio en la explotación infantil.

Terminemos este artículo con una breve oración.

Señor, gracias por bendecirnos con todos nuestros niños alrededor del mundo. Te pedimos que los ayudes y los guíes a través de cada parte de sus vidas a medida que lleguen a la edad adulta y a partir de ahí. Seguimos pidiendo perdón por haber llegado de alguna manera a este punto de fallarle a algunos de ellos. Aunque tendemos a quedar atrapados en nuestras propias vidas, no queremos nada más que este problema sea algo del pasado. Realmente suplicamos por el cambio en nosotros mismos para poder ayudar a aquellos que están desamparados y en necesidad. Bendícenos Señor y bendice a aquellos niños que esperamos que no sean olvidados el día de mañana.
Amén.

Escrito por Daniel Mendoza. Estudiante de la Universidad del Verbo Encarnado, Escritor pasante CCVI