La temporada litúrgica de la Cuaresma se origina en la iglesia primitiva; fue el momento de una preparación intensa para aquellos que se preparan para el bautismo y la iniciación completa en la Iglesia. Fue un “retiro antes del bautismo”, un tiempo de oración más profunda acompañado por la reconciliación y la penitencia. Toda la comunidad participó en esta preparación alentando a los candidatos y preparándose para la renovación de sus propias promesas bautismales.

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