Si pidiéramos a algunos estudiantes que nos revelaran sus experiencias en el salón de clases, seguramente encontraríamos una porción que –víctimas de profesores sin vocación o mal capacitados- estarían aburridos, sintiéndose presos de un sistema que les llena de datos irrelevantes y los mantiene atados a sus pupitres, cual si fueran lastres.

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