Homilía de Vigilia Pascual

por Abr 1, 2018Blog, Liturgia0 Comentarios

¿Quién nos quitará la piedra? Se decían unas a otras las mujeres.

Y la sorpresa fue enorme al llegar al lugar y encontrar que la piedra, aunque era muy grande, ya había sido removida.

Si la piedra no hubiera sido movida, hubiera sido esta piedra lo que las estaría separando de conocer la más grande noticia. Si la piedra no hubiera sido movida, ellas no habrían visto al muchacho vestido de blanco. Si la piedra no hubiera sido movida, ellas no habrían sido capaces de atestiguar que Jesús no estaba ahí. No habrían podido escuchar las palabras: Jesús ha resucitado.

Alguien había movido la piedra para ellas.

María Magdalena, María la de Santiago y Salomé , muy temprano fueron al sepulcro. El sepulcro es lugar que significa muerte. Esperaban encontrar un cuerpo para ser embalsamado por ellas. Y no fue así. En ese lugar en el que iban a encontrarse con la muerte se encontraron con la noticia más grande para quienes han creído en Jesús. “Ha resucitado,” es decir, está vivo! Está vivo para siempre y esto tiene implicaciones para quienes creemos.

La noticia, al estilo de Dios, viene con un mandato. Vayan a Galilea, vayan al lugar en donde todo comenzó, vayan y busquen a la comunidad. Y así, en comunidad, alégrense por que Jesús vive y los está esperando.

Es la Pascua, es la fiesta de la Vida! Por eso en esta noche llena de símbolos, exclamamos aleluya, aleluya!, con profunda alegría y convicción.

Hemos terminado esta Semana Santa en la que hemos vivido de todo. Parece una semana de contradicciones. Desde la alegría de Jesús al entrar a Jerusalén hasta la angustia por el miedo. Hemos visto a Jesús lavando los pies a sus discípulos y lo hemos visto morir en la cruz. Amor y odio, confianza y miedo, libertad y opresión, exclamaciones de júbilo y exclamaciones de dolor. En esta noche en las lecturas de la Vigilia Pascual hemos hecho un largo recorrido por la historia de la salvación, igualmente llena de contradicciones y de humanidad.

Y es que así es nuestra vida, llena de contradicciones. La muerte y la vida están siempre presentes. Sin embargo, al mirar a nuestro alrededor, parece que la muerte y la desesperanza tiene mayor poder y mayor relevancia. Este es el reto, hoy, para quienes hemos creído en Jesús. En Jesús que está vivo para siempre! En Jesús que ha resucitado! ¿Cómo nos alegramos por esta vida? ¿Cómo proclamamos que Jesús vive y comparte su vida con nosotros? Nos cuesta trabajo porque hay muchas piedras que nos separan de la vida. Hay piedras que son muy grandes, como la del sepulcro, y nos impiden ver del otro lado. Nos impiden palpar la vida. La vida que es latente y se presenta a cada instante. No hay realidad, por dolorosa que sea, que no pueda ser iluminada con la vida. Necesitamos remover las piedras. A veces el dolor es tanto que no podemos hacerlo por nosotras mismas, sino que requerimos la ayuda de alguien que remueva la piedra. En otras ocasiones, nos toca a nosotros ser quienes debemos remover la piedra para ayudar a que otros vean la vida. La vida está presente aún en donde menos se puede apreciar. La vida vence a la muerte en Jesús. Toda la confianza que hemos depositado en la cruz de Jesús, hoy debe ser depositada en la vida de Jesús. Jesús, quien vive entre nosotros.

Jesús ya resucitó de una vez y para siempre, pero nos ha dejado la tarea. Hoy me imagino que podemos interpretar esta tarea como la de remover las piedras que nos impiden ver. Pero también remover las piedras que impiden que las circunstancias sean favorables a la vida. Hay estructuras que son de muerte, estructuras que atentan contra la vida.

La certeza de la resurrección de Jesús debe llevarnos a la acción hoy. Porque la esperanza es para la vida futura, en donde viviremos eternamente. Pero la esperanza es también para hoy, en donde vivimos y nos movemos. Aquí en donde nos toca ser testigos de la vida. Esta semana hemos visto un magnífico ejemplo de acción a favor de la vida. Tras el último tiroteo en una escuela en Estados Unidos, los estudiantes se organizaron para manifestarse. Las y los jóvenes actuaron para manifestarse y exigir un cambio en la política de control de armas. No lo hicieron solos, llamaron a la comunidad. Y la comunidad estando también cansada de esta situación, reconociendo que la vida debe triunfar sobre esta estructura de muerte, los apoyó. Salió a la calle, a los medios, se movilizó. Y esto, afirman ellas y ellos, a penas empieza. Empiezan a retirar las piedras que impiden que la vida prevalezca.

Celebremos pues, a Cristo resucitado. celebremos que nos llama a percibir la vida que está latente en todo momento. Celebremos la comunidad y celebremos en comunidad.

Celebremos que la tumba está vacía. Celebremos que la piedra ha sido removida.

 

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